Luego de cuatro meses del inicio y cerca de la finalización del Ciclo Lectivo, el grupo de docentes se reconoce como una comunidad de práctica. La experiencia está dando lugar a un desarrollo profesional muy enriquecedor; quizá modificando sus prácticas pedagógicas de manera irreversible. Nos proponemos ahora esclarecer en qué sentido es que este grupo se constituyó de esta manera.

En principio, encontramos los tres rasgos determinantes para definir una comunidad de práctica:
Dominio. Está conformado por un grupo de profesores comprometidos con la tarea de enseñar y con un conocimiento profundo sobre el trabajo en la Modalidad Adultos. Dominan completamente el contenido. Dada la pandemia, adquirieron los conocimientos tecnológicos básicos para el desarrollo del ciclo y continúan aprendiendo e incorporando nuevas herramientas.
Comunidad. Los integrantes participan y cumplen con sus actividades, se ayudan y comparten información. Construyen relaciones que propician el aprendizaje y la ayuda entre sí.
Práctica. Desarrolo de una batería compartida de recursos: experiencias, historias, herramientas, formas de enfrentar problemas recurrentes, la ayuda mutua en la solución de problemas, etc. Los docentes para las clases investigamos. Revisamos las versiones musicales y coreográficas. Seleccionamos, recortamos y decidimos; o sea, "Curamos". Analizamos, citamos, reflexionamos. Todo poniendo el cuerpo. Descubrimos que aún a través de la virtualidad aparecen los vínculos socioafectivos y procesos educativos. Y lo potentes que son.

“Comunidades de Práctica son “grupos de personas que comparten una preocupación, un conjunto de problemas, o una pasión con respecto a algún tópico, y que aumentan su conocimiento y pericia en este ámbito para relacionarse mediante la interacción continua. No trabajan necesariamente juntos todos los días, pero se encuentran porque encuentran valor en sus interacciones. Típicamente comparten información, comprensiones y consejos, y se ayudan entre sí para resolver problemas. Discuten sus vivencias, aspiraciones y necesidades”. 
2: WENGER, E. Mc. DERMOTT, R. SNYDER, W. Cultivating Communities of Practice: a guide to managing knowledge. Harvard Business School Press. Boston, 2002.

Al principio el desafío consistió en animarse a entregarle el cuerpo a la virtualidad. La supervisión convocó a un grupo de docentes que estaban buscando la manera de llevar adelante su labor de manera individual y el hecho de integrar un colectivo facilitó y enriqueció los objetivos iniciales. 

En pandemia y volcados a la educación en la virtualidad, los docentes devinieron comunicadores y su labor cobró visibilidad. Los docentes le pusimos el cuerpo a la virtualidad. Nos reconocimos como agentes legitimadores de la institución escolar y nos llevamos la escuela a nuestras casas.

Podemos decir que en esta comunidad de práctica identificamos las dimensiones que aparecieron en el proyecto del Pent:

Dimensión comunicación: 
Sostener el ciclo a lo largo del tiempo, con todo el trabajo que conlleva, permitió fortalecer los vínculos y adquirir un mayor dominio de la tecnología. El trabajo en colaboración permitió a los docentes pensarse como parte de un ecosistema. Esto resulta motivador a la hora de utilizar diferentes herramientas tecnológicas en función de enseñar y aprender.

Dimensión innovación:
Se generaron nuevas producciones colaborativas en co-creación. En el mes de agosto se hizo la 8va Edición del Encuentro Interescolar de Cursos Especiales de Folklore de las Escuelas Primarias de Jóvenes y Adultos "Folklore a lo Grande - Edición En Casa 2020". Los docentes produjeron cinco programas especiales a lo largo de la semana, en formato de estreno en Youtube.  

Dimensión formación:
Las reflexiones sobre el trabajo en la práctica produjo nuevos aprendizajes. Aparecieron nuevas líneas de investigación y la necesidad de desarrollar una mirada crítica desde nuevos enfoques. Surgió un proyecto para la realización de una experiencia educativa a San Antonio de Areco para conocer el Museo Ricardo Güiraldes y el Museo Las Lilas.